jueves, 14 de julio de 2011

El Formalismo Kantiano

El formalismo kantiano. Para Kant (v.), la esencia del imperativo categórico radica en su naturaleza de ley estrictamente formal; en esto consiste el f. kantiano, en que la ley moral (v.) recibe su valor por el hecho de tener forma de ley, por el hecho de su universalidad, y no por aquello que ordena, es decir, por su materia. Es más, una ley moral material para Kant es una contradicción, ya que por ser material dejaría de ser universal y, en consecuencia, ley. Claramente expone esta peculiar opinión en el teorema 1° de la Crítica de la razón práctica, en el que ofrece esta alternativa: o la ley moral está determinada por su materia, por sus fines, en cuyo caso se fundaría sobre el placer y sería subjetiva (con lo que se destruiría su índole de ley), o la ley moral tiene que ser puramente formal. La ley moral no puede formularse diciendo «obra de acuerdo con tal o cual fin», sino «obra según una ley universal»: sólo bajo una representación formal es posible universalizar la máxima reguladora de los actos.


La obra de Inmanuel Kant (filósofo alemán del siglo XVIII) representó una importante revolución tanto en el planteamiento ético como en la historia de la filosofía. El objetivo de su teoría ética no es la búsqueda de la felicidad, sino de la justicia.
En su opinión, el ser humano es sensible y racional. Como ser sensible tiene unos sentimientos, instintos y pasiones que son diferentes en cada individuo, que no se pueden generalizar. En cuanto ser racional, el ser humano es libre, se propone fines universales (que podría ponerse cualquier persona) y puede gobernar su vida según leyes que su razón le otorga. Gracias a su aspecto racional, el ser humano puede desarrollar una ética universal.
Una persona actuará moralmente, según Kant, cuando se comporte del siguiente modo:
1º- siguiendo su deber, sin dejarse guiar por los sentimientos;
2º- siguiendo una ley o imperativo que él mismo se haya dado por medio de la razón;
3º- siguiendo una ley que pueda aplicarse de forma universal: cualquier persona en las mismas circunstancias obraría del mismo modo.
Este modo de comportarse lo resume Kant en lo que él denominaba imperativo categórico: “obra sólo según una máxima que puedas querer que se convierta en ley universal”.

Formalismo Kantiano en la Actualidad




Actualmente, el programa ético reciente más definidamente kantiano ha sido el de John Rawls, quien ha denominado a una etapa del desarrollo de su teoría «constructivismo kantiano». Muchos de los rasgos de la obra de Rawls son claramente kantianos, sobre todo su concepción de principios éticos determinados por limitaciones a los principios elegidos por agentes racionales (sin embargo, el constructivismo de Rawls supone una noción bastante diferente de la racionalidad con respecto a la de Kant).
 El gran respeto por la libertad y la dignidad de cada persona en Kant, resulta, sin embargo una dificultad respecto de las consecuencias en la evaluación moral de una persona, puesto que si no tomamos en cuenta los efectos de las acciones y sólo nos guiamos por calificar la voluntad, siempre queda la sospecha de si el sujeto actuó “conforme al deber”, es decir moralmente o no. Parece que cada persona es la única que puede determinar su moralidad y nuestros juicios éticos sobre las personas carecerían de cualquier valor.
De seguir absolutamente la propuesta kantiana, toda persona podría decir que siempre persiguió una máxima ética buena pero que “los enconos del azar” no le permitieron concluir esa buena acción. La filosofía kantiana de la actualidad tiene inconcluso este problema de subjetividad a pesar de los intentos universalistas. Las intenciones son internas y de difícil acceso para personas ajenas al individuo que actúa y siempre queda la sospecha de si una persona es virtuosa o no.





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